Articulos de Opinión

Una maravillosa diversidad

Un objetivo ligado al compromiso de alcanzar como grupo allí donde algunas personas, de manera individual, no alcanzan por sí solas a causa de una enfermedad, un accidente, un proceso degenerativo o una malformación de nacimiento. No podemos permitirnos el lujo de prescindir de quien tiene que convivir con una dificultad extraordinaria por culpa de un golpe de mala suerte o por una marca de distinción en su código genético.

Las investigaciones en Atapuerca nos han demostrado que la comunidad se hacía cargo de aquellos individuos del grupo que por lesiones o enfermedades no habrían podido sobrevivir en un mundo tremendamente hostil. Ahí reside uno de los primeros signos de una solidaridad humana que, si no es innata, al menos hunde sus raíces en tiempos muy remotos.

Acompasar el paso, no dejar a nadie atrás y generar oportunidades debería resultarnos evidente, pero no siempre es así en una sociedad tremendamente competitiva, que fomenta valores muy individualistas y en la que no siempre entendemos la cooperación como la plenamente conscientes de ello: la felicidad propia y la de nuestra gente. Lo contrario de incluir es excluir, discriminar y condenar a las personas con discapacidad a quedarse fuera de juego, a menudo condenadas a una soledad forzosa, aspecto del que alerta en su manifiesto el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI).

En el parlamento autonómico tenemos el deber de legislar pensando en mejorar la vida de estos colectivos y en combatir la discriminación y el aislamiento en favor de una inclusión lo más completa posible. Estar en política solo tiene sentido si lo es para mejorar la vida de las personas. Así que tenemos aquí una tarea inexcusable y un imperativo moral.

Imagen del PresidentePero si la meta es legislar para incluir, el proceso no puede llevarse a cabo sin esa misma inclusión, dándoles voz. Hay que fomentar la participación de las personas con diferentes capacidades y sus representantes en los órganos de debate y decisión, como el nuestro. Lo subraya la ONU en su celebración de este Día Internacional y Europeo. No basta con tender la mano en situaciones puntuales, hay que establecer mecanismos necesarios para empoderar a las personas con discapacidad para que puedan llevar a cabo un desarrollo efectivamente inclusivo, equitativo y sostenible, como reclama la Agenda 2030.

En las Cortes de Castilla-La Mancha tenemos una comisión permanente en la que diputados y diputadas de nuestra región debaten y legislan en esta materia. Pero este lunes -en víspera del Día Internacional- en nuestro salón de plenos tenemos un acto institucional que por vez primera va a integrar a representantes de colectivos de muy diferentes tipos de discapacidades, tanto intelectuales como físicas. Los preparativos para este acto nos han hecho conscientes de lo mucho que nos queda por avanzar en accesibilidad en esta casa. De hecho, hemos firmado recientemente un convenio con la Consejería de Bienestar Social para avanzar en esta prioridad absoluta.

En este ‘pleno de la discapacidad’ que hacemos con CERMI se van a visibilizar capacidades variadas: escuchar aun cuando se es sordo; caminar aun cuando no responden las piernas; hablar aun cuando se tiene parálisis cerebral; argumentar o soñar aun cuando las neuronas o la ceguera lo ponen más difícil. Vamos a poder asistir a la puesta en escena de múltiples talentos que a estas personas les permite hacer algo que, en sus circunstancias, a otros y otras nos resultaría prácticamente imposible, y vamos a aprovechar para conocer de primera mano su experiencia y para tomar nota de sus reivindicaciones y propuestas.  

En las Cortes regionales tenemos una amplia trayectoria dando visibilidad a algunas formas determinadas de discapacidad gracias a Marsodeto, la Federación Provincial de Entidades Pro Personas con Discapacidad Intelectual y Parálisis Cerebral de Toledo. Veinte años de colaboración con todo un referente en esta provincia y con el que, como no podía ser de otro modo, vamos a celebrar también el 16 de diciembre un acto institucional.   Hay que valorar el trabajo por la inclusión que todas estas asociaciones llevan a cabo para que ganemos todos y todas.

Porque tener discapacidad no significa ser incapaz. Los ejemplos son innumerables y resulta imposible no pensar en eminencias como el científico Stephen Hawking o la artista Frida Kahlo, que desarrolló una soberbia carrera tras un grave accidente de juventud que la dejó graves secuelas, la obligó a someterse a 32 operaciones y la postró larguísimas temporadas en la cama. Los casos de científicos, músicos o intelectuales son infinitos. También los de deportistas. Siempre resultan especialmente llamativas las hazañas que se desenvuelven en este terreno, como la de Xia Boyu, el escalador chino con las dos piernas amputadas que el año pasado coronó la cima del Everest, subiendo sus 8.848 metros. Lo logró en su quinto intento, en una gesta que recuerda al mito griego de Sisifo, condenado a acarrear la pesada piedra hasta lo alto de la montaña. Vista la proeza: ¿diríamos que tiene Xia Boyu menos capacidad que cualquier otra persona o, más bien, el inmenso poderío de un titán?

Conozco casos más próximos como mis paisanos guadalajareños Marta Martínez, nadadora con síndrome de down, y Dani Molina, triatleta paralímpico con un palmarés abrumador. Sé también de otros muchos en nuestra región, aunque no querría olvidarme de nadie. Sus ejemplos demuestran que no hay personas discapacitadas ni mucho menos incapaces, sino personas con capacidades diferentes: tal vez no lo hagan a nuestra manera, tal vez les cueste el doble o el triple, pero con un colosal afán de superación y, a menudo, con nuestra ayuda, son capaces de llegar incluso más lejos que nosotros.

Por circunstancias obvias, he conocido a personas de otros ámbitos que trabajan con ímpetu contra viento y marea. Me conmueve una y otra vez el arrojo de Juan Ramón Amores, compañero que es alcalde de La Roda y vicepresidente de la Diputación de Albacete, que desde hace cuatro años se enfrenta a un reto monumental, la esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Si una Alcaldía de un municipio como el suyo, lo sé por experiencia, absorbe casi el 100% de tus energías, hacerlo en sus circunstancias obliga a emplear el 200%. Y lo hace disfrutando de la vida al máximo, a pesar de las zancadillas que le pone cada día una de las enfermedades más crueles que existen. Pero, también como Sisifo al ver rodar la piedra cuesta abajo para obligarle a empezar una vez más, se rebela ante las circunstancias y no se rinde. Y lo hace con un lema que nos debería servir a todos de guía: “¡Acuérdate de vivir!”.

Si la vida es un regalo, tenemos la obligación de vivirla plenamente. Si hay una sola opción de ayudarnos los unos a las otras para sortear una barrera, no podemos permitir que nadie se quede atrás, porque juntos y juntas, como comunidad, somos mejores. En esta casa lo sabemos, porque tenemos la suerte de contar con el trabajo de dos compañeras con diferentes capacidades que cumplen con sus obligaciones con un extra de simpatía y un ánimo servicial que resulta ejemplar para el resto. Tal vez no sean las más rápidas en acometer la tarea, pero sí las que lo hacen con más esmero y amabilidad. Y a veces resulta agradable tardar un minuto más en despachar un asunto si deja, a cambio, un segundo más de alegría que ilumina el día.

Si nos acordamos de vivir, haremos como en ‘Campeones’, la película de Javier Fesser ganadora del Goya, que nos pide que miremos antes a los ojos de nuestros compañeros y compañeras de fatigas que al resultado que arroja el marcador. Merece la pena cuestionar nuestros conceptos de éxito y de fracaso; repensar esta noción de normalidad que solo tiene sentido cuando reafirma las virtudes propias para obviar las capacidades de los demás. Merece la pena, en definitiva, orientar nuestros esfuerzos en términos de diversidad. Lo dice el actor Jesús Vidal, uno de los protagonistas de ‘Campeones’: “lo más bonito es ser diferente”.

Hagámoslo así: seamos rabiosa y plenamente diferentes; celebremos, sin que nadie se quede fuera de juego, esta maravillosa diversidad. Y no consintamos que esas diferencias se traduzcan nunca en desigualdad.

PABLO BELLIDO es presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha

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