Discurso del Día de la Región 2025

Buenos días a todos y todas.

Es un placer estar hoy aquí. Decía nuestra presentadora que es un día de emociones y para mí lo es de manera muy particular. Albacete es la ciudad de la alegría. Pero es que, además, hace seis años, en este mismo lugar (yo estaba sentado en la sexta fila junto con Isabel Rodríguez) el presidente de Castilla-La Mancha, acompañado entonces de nuestro querido Jesús Fernández Vaquero y del alcalde, tuvo la generosidad de decir públicamente que propondría mi nombre para presidir la Cámara que representa al pueblo de Castilla-La Mancha, las Cortes de Castilla-La Mancha. Espero haber estado a la altura.

Además, tengo familia en toda las provincias de Castilla-La Mancha y aquí en esta ciudad vive mi hermano mayor. Él junto con mis padres y hermanos siempre me han apoyado, especialmente en los momentos de mayor sufrimiento, por eso siempre que vengo a Albacete disfruto mucho de su compañía y de la generosidad y la cortesía de los albaceteños y las albaceteñas.

Permítanme que felicite y agradezca a las personas, empresas y entidades premiadas en este Día de la Región. Son un verdadero orgullo porque con su trabajo y empeño suponen una inspiración y un modelo para todos los ciudadanos y ciudadanas de esta tierra, son nuestros mejores embajadores y me siento muy orgulloso de ser su paisano. 

Orgullo que siento también de ser de la mejor España, la España de la Constitución de 1978, la que nos devolvió la libertad, la que recuperó la democracia, la que también estableció la reconciliación y creó la autonomía para las regiones, para los territorios. La mejor España que jamás hemos conocido, que es profundamente apreciada y querida en el conjunto del mundo y, diría más, admirada; una España que tiene muchos indicadores positivos, que va bien y que se toma también de ejemplo en muchas de sus políticas y en muchas de sus culturas. 

A veces uno se pregunta cómo es posible que un país tan querido y apreciado en el mundo termine dependiendo de quienes no desean estar aquí, de quienes no desean pertenecer a este proyecto de país que es España o de quienes añoran una España peor, menos libre y menos igualitaria. 

También se pregunta uno cómo es posible que la mayor parte de las comunidades autónomas dependan hoy de quienes no creen en la autonomía política, de quienes no creen en las regiones y de quienes están dispuestos a eliminarlas. 

En esa situación mayoritaria de rareza, de extrañeza, de complejidad, incluso de zozobra, por momentos Castilla-La Mancha representa un oasis de estabilidad, un oasis de respeto, de normalidad. Aquí en nuestra región, en nuestro parlamento, se aprueban leyes, la inmensa mayoría. Los plenos se celebran con respeto, todos los años hay presupuestos y, diría más, hay grandes acuerdos. Quiero agradecer, como ha hecho el alcalde de Albacete, la madurez de los diputados y diputadas de los dos grandes partidos que representan a la región y al país por haber acordado un Estatuto de Autonomía. 

Castilla La Mancha va muy bien. Ahí están los indicadores en materia de empleo y de creación de empresas. Ahí están los indicadores en materia de solidaridad. Somos la región que mejor aplicamos la Ley de Dependencia, es decir, la solidaridad con nuestras personas mayores y con las personas con discapacidad. Se hace un enorme esfuerzo sanitario para llegar a todos los rincones y también este año celebraremos que el primer año de la matrícula universitaria será gratuito, que es un verdadero hito para nosotros. Pero no es suficiente. Tenemos que seguir ambicionando mejorar, seguir creciendo y para eso es muy importante disponer de nuevas herramientas y de un gran impulso como es el Estatuto. Para muchos el Estatuto es algo de políticos, que no tiene la épica de ganar una batalla o un Mundial de fútbol; y, sin embargo, cuando el Estatuto se explica sus efectos son profundamente transformadores. 

Hay muchas personas en nuestra región, jóvenes que no conocían cómo era Castilla-La Mancha hace 43 años, cuando se aprobó inicialmente el Estatuto. Pero todos nuestros pueblos y todas nuestras ciudades, todas nuestras provincias, sin excepción, tenían una situación mucho peor que ahora: las calles, las carreteras, los servicios públicos... Según hemos ido asumiendo competencias, hemos ido mejorando toda la prestación de servicios, demostrando que esta comunidad autónoma era útil a los efectos para los que la Constitución había determinado la creación de las comunidades. Hemos mejorado en todos los sentidos y podemos seguir mejorando porque cuando dependemos de nuestras decisiones, evidentemente atendemos mejor a nuestros ciudadanos y ciudadanas. La educación y la sanidad son un buen ejemplo, pero también la defensa de nuestros recursos naturales, como el agua. 

Y ahora tenemos un Estatuto nuevo que tengo, que reconocer que ha sido admirable también en las formas. En primer lugar, porque se ha fraguado con un amplio consenso. No es solamente desear lo mismo, porque a veces no se desea lo mismo. No solamente es poner voluntad para conseguirlo, sino sobre todo en muchas ocasiones es tener capacidad para acceder para hacer cesiones. Para conseguir un bien mejor, mayor, más amplio. Pero no solamente ha sido consensuado, sino que además ha sido muy participado, a diferencia de otros estatutos y otras reformas más puntuales, que se hacían para asumir competencias que nos cedía el Estado… esta ha sido ampliamente participada por la sociedad civil, por los agentes sociales y económicos, por las entidades del tercer sector, por las por los sindicatos agrarios en conjunto de la sociedad y además. Es el primer Estatuto que utiliza un lenguaje inclusivo y respetuoso. Como nos enseña la consejera de igualdad, de lo que no se habla no existe y las palabras conforman el pensamiento. Es importante que el lenguaje sea inclusivo y que todas las personas se sientan reconocidas y también respetuoso con las personas con discapacidad. Este Estatuto por primera vez, añade e incorpora el reconocimiento de las minorías porque podrán ser menos. Personas, pero no son menos dignas. 

En definitiva, este Estatuto es bueno en las formas, pero es aún mejor en el fondo porque apuesta por la igualdad para que todas las personas que viven en el Mundo rural tengan los mismos derechos y el acceso a los servicios públicos que quienes viven en las ciudades. Esto es marca de la casa: blindaremos los servicios públicos para que no puedan ser eliminados y la igualdad de mujeres y hombres, y también el reconocimiento de las mujeres víctimas de violencia machista por primera vez. Se establecen nuevos servicios básicos y se protegen los recursos naturales de esta tierra. Probablemente no todo lo que cada uno habría querido, pero hace posible concitar, como decía, un gran acuerdo. 

Y este Estatuto que es bueno para Castilla-La Mancha tiene una condición, que sea también bueno para España. Jamás habríamos aprobado una reforma del Estatuto de esta tierra, si mejorando la vida de la gente que vivió aquí, empeorásemos la del resto. Nuestro compromiso es un compromiso de unidad, un compromiso de complementariedad, un compromiso de nación. Por eso agradezco mucho el esfuerzo y la grandeza de quienes han trabajado en él.
Y ahora que tenemos este gran consenso, permítanme que reivindique otros viejos consensos que se han perdido. Hace años celebrábamos unidos el día contra la violencia machista. No es una cuestión baladí. Si reconocemos que existe esta violencia contra las mujeres es la manera de poner medidas, actuaciones, planes, recursos para combatirlo. Es muy importante que lancemos este mensaje de apoyo a quien sufre y también orillando a los maltratadores.

Reivindico también que nos unamos en la defensa de los derechos humanos y muy particularmente de los derechos de la infancia. No podemos ver el color de la piel, la situación de los padres, no podemos mirar la nacionalidad o el credo de un niño o una niña que está sufriendo para saber si lo vamos a atender. Y de la misma manera que nos mostramos solidarios y que nos comprometemos a cuidar a todos los niños y niñas que viven en esta tierra, tenemos que elevar la mirada y no dejar de paso el sufrimiento de tantas y tantas personas aquí en España, pero también en cualquier lugar del mundo y exigir paz. Para los que están sufriendo guerra en Ucrania, en el Congo, en Palestina… Y llamar a las cosas por su nombre: no se puede tolerar la matanza indiscriminada de seres humanos y de civiles por parte de nadie; y no acusamos a ninguna nación, pero sí a los tiranos y a los miserables que matan a niños y niñas. No hay excusas. 

Me gusta incorporar en mis discursos citas, mis amigos bromean diciendo si citaré algún santo, alguna santa, poetas o filósofos, líderes de la música… Hoy me permito citar a un amigo que es tan importante como todos ellos, a Juanra Amores, que hace 6 años, en este mismo escenario, tras recoger la Medalla de Oro, nos dio una lección de optimismo, de esperanza, de vitalidad. Nos decía que debemos ser una sociedad que nunca se rinda, que se levante cada mañana y que reparta sonrisas a todo el mundo; y que se acuerde siempre de vivir.

Pues desde Albacete, la ciudad de la alegría, con la sonrisa de Juan Ramon Amores: ¡Feliz Día de Castilla-La Mancha a todos los paisanos y paisanas de nacimiento y de corazón! ¡Viva Castilla-La Mancha y viva España! Sean muy felices.

Pablo Bellido, presidente de las Cortes de Castilla-La Mancha.

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